Mein Engel über den Himmel ~ III. “El Umbral”. (cont.)

XVI. Frío e insipidez.

   El Capitán no encontraba palabras para tratar de explicarse lo que estaba sucediendo, la Asamblea había estado presionando mucho los últimos dos meses pero ahora con la inesperada visita de Marcovick, Stern sospechaba que algo grande estaba sucediendo ya que el hombre demostró un particular interés sobre los fenómenos que se estaban manifestando en el pueblo, como si de alguna forma supiera que tarde o temprano iban a suceder, casi previendo de forma estratégica la manera de tratarlos. Stern seguía sin comprender lo que pasaba y solo se limitaba a seguir las indicaciones de su superior, mostrando todos los reportes y registros de las últimas semanas revelando un inesperado patrón de frecuencia  en el pueblo, señalando tres puntos particulares que curiosamente en el mapa formaban un triángulo; el primer sitio sucedió al oeste, en la Colina de los Vientos (donde era bien sabido que sucedían cosas extrañas), después las apariciones misteriosas en las afueras del pueblo, más entrados en el bosque y finalmente en el norte, específicamente en la iglesia a la que ya nadie iba. Stern logró percibir (o posiblemente interpretar) que Marcovick se refería a estos fenómenos como Intrusos, sin pasar por alto que Abigail también se refirió con el mismo término, sin embargo, cuando el Capitán hizo hincapié en esto no hubo gran interés en la prisionera. Nada tenía sentido, especialmente cuando terminó la entrevista, Marcovick dejó claro que regresaría más adelante para seguir monitoreando lo que sucedía en el pueblo (era claro que sabía que continuarían sucediendo situaciones inexplicables) y antes de salir de la oficina confirmó que si necesitaba algo, se lo comunicara a él para entonces dar informe a La Asamblea. Stern por momentos se cuestionaba su trabajo ¿Qué interés tenía Marcovick en los fenómenos y especialmente por qué había que comparecer ante la misteriosa Asamblea? Había demasiadas preguntas y ninguna respuesta, naturalmente sintió un coraje interior al darse cuenta que no tuvo el valor para enfrentar al agente y preguntarle qué diablos estaba ocurriendo. Suspiró profundamente con las manos en su frente, meditó sobre lo sucedido y entonces se percató que su café estaba frío.

*

   En el momento en que Christine cruzó el umbral de la casa sintió un vuelco en el corazón acompañado de un nudo en la garganta, era una sensación terrible que no pudo explicarse, la casa se sentía infestada de pesadumbre; era inmensa, oscura y extrañamente seca, todo estaba cubierto por una fina capa de polvo en la que se podía percibir aleatoriamente huellas de manos en las puertas y cajones. Nadia no había hablado desde que abrió la puerta y eso incomodaba a Christine especialmente después de notar que solo caminaba en línea recta y sin pisar las uniones del piso. Cuando llegaron a la sala de estar se rompió el silencio cuando Nadia le ofreció una taza de té. Al aceptar Christine se encontró sola en la habitación mientras su anfitriona se desplazó silenciosamente entre los pasillos hasta llegar a lo que probablemente sería la cocina. Mientras tanto, Christine se tomó un tiempo para analizar el resto de la casa; todo se encontraba perfectamente ordenado y aparentemente tendría ya mucho tiempo así, la edad que representaban los muebles era la clara evidencia de que no había sucedido nada ahí en años ¿Qué clase de vida lleva? Constantemente se preguntaba mientras quisquillosamente movía las piernas con un nerviosismo muy evidente aunque más particularmente se preguntaba ¿Qué demonios hago aquí? Nadia era una persona socialmente incompetente mientras que Christine aunque relegada tenía por lo menos una disponibilidad mayor para comunicarse con las demás personas. Cuando finalmente apareció Nadia en el arco de la puerta llevaba cuidadosamente una charola de plata probablemente tan vieja como la casa misma, al momento de apoyarla en la mesita tomo una pequeña tetera y sirvió las tazas con una exactitud muy calculada, no ofreció azúcar ni leche (en realidad eso no existía en la casa desde hace ya varios años) lo cual le pareció extraño a Christine quien nerviosamente dio el primer sorbo, no dejaba de mirar los ojos de Nadia mientras que ella también le sostenía la mirada. En ese momento hubo una conexión, Nadia sabía que el sueño en el que se había sumergido la casa era tan nocivo para ella como para todo el pueblo, tal vez la presencia de Christine ayudaría a disociar la paranoia que poblaba ahí dentro; la energía de Nadia iba menguando con los años y aunque demostrara ser una buena fuente sabía que la casa funcionaba mejor cuando había más gente dentro de la misma y Christine había sido la primera en querer entrar por voluntad propia, para Nadia eso era muy importante, especialmente porque la casa no la había rechazado, entonces confirmó que había hecho bien en dejarla entrar.

~Katzenberg.

~ por Katzenberg en marzo 24, 2014.

Deja un comentario